…esto no es un subtítulo…
2010-04-02
Este artículo surge de una propuesta del incauto lector htg.
Las ideas olvidaron el anticuado concepto de frontera y la ciencia, árida y cargada de fuertes requisitos para ser comprendida, compite contra toda la fantasía del mundo. El sistema de creencias y modelos mentales de una persona elegida al azar puede ser una pintoresca mezcla de sofisticada mecánica y caprichosos espíritus.
La creencia en lo ultraterreno ha acompañado a la humanidad desde siempre. El hombre primitivo, falto de buenos modelos y sobrado de necesidades acuciantes, aceptaba explicaciones inverosímiles e infalsables sobre el funcionamiento del mundo que lo rodeaba. No se distingue mucho el hombre occidental contemporáneo de sus antepasados en este aspecto a pesar de que tiene acceso a grandes avances científicos. No hay que extrañarse por ello. El hombre común puede tener problemas diferentes a los del hombre primitivo, pero sigue teniendo demasiados problemas de los que preocuparse y pocas ganas y tiempo para buscar el auténtico mecanismo del mundo. Dado un fenómeno extraño, la explicación más fácil de asimilar sin necesidad de análisis profundo se impone sin encontrar barrera.
Ante el escrutinio del no iniciado, no hay diferencia entre lo que llamamos «superstición» y lo que llamamos «ciencia»: sólo hay mecanismos cuyo sutil funcionamiento interno nunca es del todo conocido. ¿Existe realmente una diferencia? Al final, uno construye modelos mentales para predecir el funcionamiento del mundo. Estos modelos pueden estar basados en la evidencia empírica y líneas de razonamiento probadas con anterioridad, en cuyo caso los llamamos «ciencia», o pueden estar basados en ideas no meditadas, fantasías agradables y el carismático sermón de terceros, en cuyo caso los llamamos «superstición». Hay que aceptar que no faltará quien simplemente crea explicaciones científicas exactamente igual que como si fueran creencias supersticiosas, sin reflexión ni curiosidad; de igual modo, hay que aceptar que no faltará quien, por falta de conocimientos más profundos, tendrá sin duda un sofisticado modelo mental del mundo basado en conceptos mágicos que se sujetan a falsas o engañosas evidencias empíricas. Para muchos, los ingenios tecnológicos funcionan gracias a misteriosos mecanismos desconocidos y que es mejor no conocer; muchos otros dirigen sus vidas mediante numerosos rituales mágicos de rígidas reglas y basados en una cierta base empírica. Los individuos del último grupo tienen una ciencia que puede ser muy imperfecta por haber sido creada a partir de información muy imperfecta, pero que al fin y al cabo es falsable.
Vemos que la extensión de la superstición en la sociedad occidental contemporánea es algo difícil de evitar y, en cierta medida, un fracaso de la formación científica de la población general. Aparte del factor educativo, si hay otra fuerza motriz detrás de la superstición, ésta es la del dolor que acompaña al ser humano: cuando la ciencia no ofrece consuelo en situaciones injustas e inaceptables (la muerte de un ser querido, por ejemplo), la fantasía acude a ayudar a las mentes abatidas. La fácil circulación de toda clase de información hace más fácil si cabe que las supersticiones se extiendan.
Categorías: Miscelánea
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