Impresiones sobre la jornada de huelga general.
2010-09-30
Atención, incauto lector: este artículo tiene un poquito de carga política. Esta carga política no tiene que ver con partidos, sino con cuestiones de pérdida y ganancia de derechos. Si no te interesa leerlo o te incomoda, te recomiendo que dediques el tiempo que tardarías en leer esto a realizar algún tipo de ejercicio beneficioso para tu salud, incauto lector.
Fue como mínimo curiosa la jornada de huelga general de ayer. De forma completamente esperable, el seguimiento fue espectacular según los convocantes e insignificante según Estado y caciques de los medios. Más bien puede decirse que en algunos lugares y en algunos sectores hubo paros generalizados y en otros lugares y en otros sectores no se notó la huelga. Lo que es evidente es que el seguimiento no fue tan completo como habría sido bonito. ¿Habría sido mayor si la convocatoria no hubiera venido de unos sindicatos antipáticos para muchos?
Un hecho que llama mucho la atención es cómo la antipatía hacia
los sindicatos mayoritarios que sienten muchos lleva a situaciones
absurdas en las que se acepta el mal mayor de perder más y más
derechos con tal de no seguirles el juego a los sindicatos
.
¡Hablamos de gente que reconoce oponerse a las últimas reformas de
recorte de derechos o incluso a la situación general! Supongamos que
yo también me opongo. ¿Que no voy a trabajar porque estoy de huelga?
Muy bien, pues no trabajo. ¿Que sí voy a trabajar porque no estoy
de huelga? Estupendo. Todo ello estupendo si actúo libremente.
Ahora bien, poco tiempo después dispongo de una oportunidad de oro
para hacer ruido, para demostrar mi tremendo descontento. Hay una
manifestación convocada, así que no protestaré solo, sino que
estaré acompañado de una multitud que dará fuerza a mis palabras.
¡El tiempo vuela! Y no me manifiesto. En efecto, me mantengo
calladito porque resulta que en esa misma manifestación hay ciertas
personas que me parecen detestables. ¡Menuda estupidez estoy
cometiendo! Es como evitar cierta comida porque algún dictador era
aficionado a ella.
Aquí tengo otro fenómeno curioso: el de las ganas de que los actos fracasaran, el de la burla tras el intercambio de números entre las partes enfrentadas. ¡Hace falta tener ganas de humillar a los sindicatos para desear la humillación de los trabajadores!
Manifestación de la tarde en Madrid
¿Qué fue de las manifestaciones? Para bien o para mal, sólo estoy en condiciones de informar sobre una más o menos grande que hubo por la tarde en Madrid. Allí pude estar y quise estar a pesar de que no soy amigo íntimo de los líderes de los dos sindicatos mayoritarios, a pesar de que la huelga general llegó con tantísimo daño ya hecho. ¿Cómo iba a desperdiciar tamaña oportunidad de hacer notar mi descontento? Además de esto, tenía ganas de contar manifestantes. Presento aquí algunas instantáneas tomadas con una cámara fotográfica cuyas características no son para tirar cohetes; bien pueden servir para ilustrar el texto.
En Atocha había un grupo importante.
Manifestantes en el extremo del Paseo del Prado.
Subimos por el Paseo del Prado hacia Neptuno. Es posible caminar con facilidad por allí; la manifestación está ganando masa más adelante. Finalmente, llegamos a Neptuno y allí es difícil moverse.
Mucha gente cerca de Neptuno.
Algunas pancartas son deliciosamente groseras.
Unos cuantos manifestantes. Al fondo hay una pancarta.
Pone lo que parece que pone. Manda todo a cierto lugar sucio.
Llegamos a Cibeles y rompemos por la Calle de Alcalá hacia Sol.
Manifestantes en la Calle de alcalá. Hay pequeños grupos con
prendas de sindicatos y una mayoría de gente no uniformada.
En esta pancarta pone: desde 15 años trabajando,
48 cotizando y mañana mendi…
Un poco más adelante en la Calle de Alcalá.
La Puerta del Sol se llena con los manifestantes que llegan por la Calle de Alcalá, la Carrera de San Jerónimo y otros accesos. Hay gente de los sindicatos dando discursos en español y en alemán (se han traído compañeros de otros países).
Manifestantes en la Puerta del Sol.
Estimo que vi unas cuantas decenas de miles de manifestantes. El contenido de las pancartas era el de esperar en esta clase de actos: el jefe del Gobierno aparecía mentado muchas veces y había críticas al actual reparto de la riqueza. Había manifestantes jóvenes y manifestantes maduros, hombres y mujeres. El nivel de ruido era sorprendentemente bajo.
¡Muchas gracias a los manifestantes por estar allí haciéndose ver! ¿Habrá servido esto de algo? Esperemos que sí.
Categorías: Actualidad, Derechos
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