…esto no es un subtítulo…
2011-06-15
Hoy me comentaban que muchos medios de comunicación abusan del término «indignados» para hacer referencia a casi cualquier protesta ocurrida en España desde este mes de mayo. Además de «los indignados» y variaciones, aparece con gran frecuencia la expresión «movimiento 15M» (y también variaciones). Tal abuso es, ejem, indignante.
¿Por qué tanta fijación? Para muchos medios, la clave del éxito está en la simplificación y en la venta de marcas. Resulta difícil y poco efectivo explicar que lo que tenemos entre manos es una sucesión de actos de protesta de personas que actúan a título individual y con una organización que es dispersa en algunos casos, inexistente en otros y compuesta por numerosas organizaciones pequeñas y en gran medida disjuntas en los que quedan; resulta fácil y muy efectivo poner una etiqueta (¡«los indignados»!) y olvidarse de los problemas. Así:
Esta simplificación que ofrece el etiquetado sistemático y forzado no es precisamente un fenómeno nuevo y, de hecho, es aprovechada con asombrosa frecuencia.
Algunas personas que han participado en acampadas o en manifestaciones han visto un movimiento bien definido en el conjunto de actos de protesta. Otras, no. Lo mismo se ha dado en comentaristas que no han secundado las diversas movilizaciones del último mes. ¡Sucede que hay una natural diversidad de opiniones!
¿Puede afirmarse o negarse con rotundidad que hay un movimiento bien definido? En algunos aspectos sí (en un sentido o en el otro), pero no en todos. Buena parte del «movimiento» no es más que un fenómeno emergente sin un cerebro aislado detrás: por ejemplo, puedo hablar de las manifestaciones en Sol de la semana del 16 de mayo al 22 de mayo, en las que había numerosos grupos pequeños con reivindicaciones diferentes y a menudo incompatibles y muchísimas personas que iban completamente por su cuenta. Por otra parte, han surgido muchas organizaciones —a menudo con una estructura asamblearia— de tamaños diversos que han buscado avanzar en frentes también diversos. Estas organizaciones han tenido contradicciones tanto a nivel interno (entre sus subgrupos e individuos) como a nivel externo (unas con otras), pero también han avanzado a nivel interno y han coincidido a nivel externo. En algunas manifestaciones pequeñas, los asistentes han tenido reivindicaciones muy homogéneas; en otras, todo lo contrario. En lo que están todos o casi todos de acuerdo es en que están descontentos (es decir, indignados), pero el movimiento es débil como algo organizado y autoconsistente. Esto no le quita fuerza como muestra de las ansias ciudadanas, sino todo lo contrario: en su heterogeneidad, quienes protestan ponen de manifiesto la diversidad de sus problemas y los potentes motivos que tienen para estar descontentos.
He encontrado una buena exposición de todo esto: los indignados no existen.
Categorías: Actualidad
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