…esto no es un subtítulo…
2011-10-30
Una incauta lectora me pidió un artículo sobre el cambio de hora. Poco puedo decir que no esté dicho sobre sus ventajas o inconvenientes, siempre en el mismo límite de lo insignificante y el mero ruido de fondo. A falta de un buen análisis, habrá que conformarse con un poquito de acidez. Este artículo sirve para que el incauto lector reflexione un poco. El efecto es, por lo tanto, como el de la filosofía de verdad, pero mucho más superficial.
El concepto del horario de verano es tan ingenioso que es estúpido o tan estúpido que es ingenioso. La idea es ésta: como la distribución a lo largo del día de la iluminación solar y la temperatura ambiental varían en función de la época del año, podemos ahorrar costes sin más que ajustar los relojes de acuerdo a estas variaciones. Otra solución evidente, que consistiría en que cada persona adaptara su horario de acuerdo a sus necesidades pero la referencia de tiempos fuera invariante, queda fuera de consideración, quizá porque, sorprendentemente, podría ser más difícil de aplicar. En unos célebres tebeos franceses ambientados en la conquista romana de la galia, salía un fortísimo y grandote guerrero y fabricante de menhires que, con su sencilla filosofía, decía aquellas famosas palabras:
Están locos estos romanos.
Un famosísimo defensor a ultranza del horario de verano fue el británico William Willet, quien impulsó la alocada idea en la tierra del té de las cinco. Willet afirmaba que el horario de verano hacía posible disfrutar más del ocio en las soleadas tardes estivales. Los somnolientos trabajadores con jornadas prolongadas hasta más allá de las 20:00 podrán soñar con esta gran ventaja.
En la España peninsular, curiosamente, el horario de verano apenas sirve para acercarnos a la configuración de los relojes que nos correspondería por nuestra longitud geográfica. Es de suponer que la península ibérica, al estar en el extremo meridional de Europa, tiene cierta tolerancia adicional al desplazamiento de la zona horaria que la Europa central. Podríamos preguntarnos, no obstante, si no estaremos en una zona subóptima para nuestra situación. Aunque quizá la coordinación horaria con otros países es más significativa que el difícil de detectar efecto agregado de los cambios de zona sin tener tal coordinación en cuenta.
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