…esto no es un subtítulo…
2014-06-26
Ahora que están de moda las sicav y está muy extendido el mito de que son instrumentos destinados a la evasión de impuestos, resulta acertado explicar en qué consisten.
Una sicav es una sociedad dedicada a la inversión en activos financieros. Funciona como un instrumento de inversión colectiva: no invierte un solo individuo, sino una gran cantidad de personas (un mínimo de 100).
Una sicav paga un 1 % de impuesto de sociedades sobre sus beneficios. Este impuesto es muy bajo porque una sicav está pensada como una herramienta para facilitar y fomentar que muchas personas inviertan en activos financieros y no como una empresa al uso. El objetivo con las sicav es fomentar la inversión colectiva sin intermediarios (a diferencia de lo que ocurre con un fondo de inversión, que tiene como intermediaria a la empresa que lo oferta) y hay que constituirlos como sociedades porque hay que hacerlo de alguna manera.
Lo que paga la sicav de impuesto de sociedades no es lo que pagan los socios de dicha sicav por sus ganancias. Cuando la sicav vende acciones o recibe dividendos, reparte las ganancias entre sus socios, que pagan el impuesto sobre las rentas del capital correspondiente, que actualmente tiene un tipo entre el 21 % y el 27 % en función de las plusvalías obtenidas. El impuesto sobre las rentas del capital lo paga el ciudadano por cualquier renta del capital sin discriminación sobre si viene de una sicav, de un fondo de inversión, de la compraventa directa de acciones, de un depósito bancario o de cualquier otro tipo de medio de inversión financiera.
Los fondos de inversión son instrumentos de inversión colectiva similares a las sicav, pero no son sociedades independientes, sino que están bajo el control de alguna empresa financiera. Una sicav está controlada por los socios que invierten colectivamente a través de ella, mientras que un fondo de inversión está controlado por una empresa cuyos clientes son los que invierten.
Tanto como una cuenta bancaria remunerada, al menos sobre el papel. Naturalmente, es posible defraudar mediante una sicav como es posible defraudar a través de cualquier sociedad.
Un particular puede poner a nombre de una sociedad un activo no financiero cuando en realidad es para su propio disfrute. Un ejemplo muy popular es el de un individuo defraudador que compra un coche con dinero de su empresa y lo pone, de hecho, a nombre de su empresa, pero en realidad se lo queda para su propio uso personal; esta maniobra es atractiva para el defraudador, que controla el patrimonio de la empresa como el suyo propio, cuando puede pagar menos impuestos cuando el dinero sale de la empresa que cuando sale de su salario.
Una sicav ha de estar constituida por al menos 100 socios con cierta aportación de capital; esto tiene el objetivo de que la sicav sea una sociedad controlada por un colectivo y no por un único individuo. La posibilidad del fraude de «poner el coche a nombre de la sociedad» surge cuando la constitución de la sicav se hace de forma fraudulenta de esta manera: un socio, el auténtico dueño de la sicav, pone todo o casi todo el capital realmente, mientras que los demás socios, conocidos como «mariachis», requeridos solamente se dedican a fingir que son socios activos. El truco de los mariachis deja la sicav en manos de una única persona, que luego puede utilizarla para cometer maniobras sucias como el «fraude del coche a nombre de la empresa» con un enorme atractivo porque ahora la sociedad tributa muy poco por sus beneficios y el defraudador usa el dinero de la sociedad en vez de liquidarlo y pagar los impuestos correspondientes. Esto es de un irregular que quita el hipo y las inspecciones de Hacienda estaban para evitarlo. Actualmente, las sicav están bajo supervisión no de la AEAT, sino de la CNMV, no obstante.
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