…esto no es un subtítulo…
2015-01-09
Me dio por leer unos comentarios a una noticia sobre un escándalo político reciente. Una de las personas en las que se centraba la noticia recibía acusaciones de corrupción y de prevaricación. Un comentarista matenía con vehemencia que la prevaricación es necesariamente corrupción. A pesar de que tanto la prevaricación como la corrupción pueden ser actos muy feos y dañinos, son en realidad conceptos ortogonales que a menudo se superponen:
La prevaricación puede ser una suerte de herramienta para un corrupto, pero no es estrictamente necesaria: hay más actos de corrupción y no todos los actos de prevaricación concebibles proporcionan (o buscan proporcionar) el beneficio ilegítimo que exige la corrupción, salvo quizá para definiciones muy amplias e inclusivas del concepto de «beneficio». Podemos imaginar, por ejemplo, el caso de un juez que dicta a sabiendas una sentencia incompatible con la ley no con el fin de obtener un beneficio ilegítimo, sino por motivos religiosos: cree que sigue la voluntad de los dioses. En la práctica, no obstante, la prevaricación como acto específico de corrupción es tristemente fácil de encontrar.
Categorías: Lingüística
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