…esto no es un subtítulo…
2015-03-22
Cometí la temeridad de leer unos comentarios en cierto famoso sitio
cuyo logotipo es un paquidermo anaranjado. Los comentarios estaban
relacionados con un artículo sobre la filosofía. Si pudiéramos medir
algo como el nivel intelectual agregado de todo el planeta a lo largo
del tiempo, encontraríamos un descenso acusado conforme se escribían
estos comentarios. Según algunas personas, la filosofía es
una pseudociencia
. Quizá estos comentaristas harían mejor en
leer un poco sobre estas cuestiones; así descubrirían que hay cosas
que, en efecto, no son ciencia (entendida esta ciencia como el estudio
de fenómenos naturales mediante hipótesis verificables y falsables
empíricamente), pero que tampoco son pseudociencia ni pretenden ser
nada de ello (jugar al dominó, por ejemplo, no es hacer ciencia, pero
está claro que tampoco es hacer pseudociencia). A partir del momento
en el que compartimentamos la actividad intelectual de manera que la
filosofía y la ciencia son cosas distintas (de tal forma que las
ciencias naturales no son la filosofía natural que una vez fueron),
carece de mérito decir que la filosofía es algo que finge ser ciencia,
pues ya hemos hecho bien explícito que tomamos que es algo bien
diferente.
Las ciencias naturales son muy atractivas y potentes. Con su abrumadora cantidad de aplicaciones industriales y sanitarias (¡la ciencia natural es la herramienta de trabajo fundamental del ingeniero y del médico!), el mundo actual funciona de forma muy evidente gracias a ellas. Este reconocimiento, no obstante, no desmerece a la filosofía. Podemos establecer una analogía (muy) imperfecta para ilustrar el caso. Pensemos en los butaneros: trabajadores que usan su fuerza física para procurar a los ciudadanos algo tan importante como una fuente de energía para cocinar y calentar agua. Ahora pensemos en un deportista que entrena su fuerza en un gimnasio. Este deportista está desarrollando su musculatura, pero no la usa para repartir bombonas de butano. ¿Es, acaso, una suerte de «pseudorreparto de butano» lo que hace el deportista? ¡No lo es ni pretende ser nada como el reparto de butano! ¿Es, acaso, inútil la actividad del deportista al no tener el efecto de proporcionar energía a otros ciudadanos? ¡No, no lo es; el deportista se beneficia y podríamos argumentar que incluso la sociedad en su conjunto está mejor cuando los individuos que la forman están más sanos! Con la filosofía sucede lo mismo: que no tenga la relación evidente con el diseño de un automóvil que tiene la mecánica de fluidos no hace que sea un ejercicio inútil para la sociedad ni para el que la practica.
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