…esto no es un subtítulo…
2015-04-12
Cuando iba al colegio, los profesores explicaban a los alumnos modelos de la realidad muy simplificados, con importantes omisiones. Es comprensible este enfoque, ya que hay muchas cuestiones sutiles cuya asimilación exige un cuerpo de conocimiento que no se adquiere hasta mucho tiempo después. Ahora bien, esto se vuelve peligroso cuando el profesor vende el modelo simplificado como la descripción última y absoluta del mundo. Van tres ejemplos.
Un caso que me gusta tratar es el del modelo heliocéntrico del Sistema Solar (con los planetas describiendo órbitas elípticas con foco en el centro de masas del Sol) en contraposición al modelo geocéntrico (con los cuerpos celestes describiendo órbitas circulares, quizá modificadas mediante epiciclos, alrededor del centro de masas de la Tierra). Es un caso que ya expliqué hace tiempo. El problema surge cuando la gente cree que el modelo heliocéntrico sencillo es la descripción exacta del Sistema Solar y que el modelo geocéntrico sencillo es una mentira inútil. A veces, un modelo geocéntrico sencillo es más que suficiente; otras veces, un modelo heliocéntrico sencillo no vale ni para empezar y hay que ir a modelos más finos, bien mediante ajustes de curvas de series históricas, bien mediante la resolución de las ecuaciones del movimiento (con ecuaciones que hilan más fino o menos fino). Puede que sea un exceso pedirle a un niño que calcule la precesión del perihelio de Mercurio, pero a lo mejor es interesante que sepa que el Sistema Solar no es un mecanismo de relojería y que hay explicaciones de la realidad más complicadas, pero mejor ajustadas.
En el colegio nos explicaron que los seres humanos tienen cinco sentidos: el gusto, el oído, el olfato, el tacto y la vista. Estos sentidos son los sentidos «clásicos» y a veces eran extrañamente inclusivos: alguna vez nos metieron el sentido del equilibrio dentro del sentido del oído, probablemente por la proximidad del sistema vestibular del equilibrio a la cóclea de la audición. La integración de la información visual en la percepción del equilibrio era mejor no tocarla. Cuando pregunté por esa cosa exótica que era la propiocepción (aunque yo no la llamé por ese nombre, sino que me referí al sentido que indicaba la posición y el movimiento de las distintas partes del cuerpo), mi profesora me respondió asombrada que tal cosa no existía.
Otra cosa que nos dijeron fue que había tres y no más de tres estados de agregación de la materia. Todo lo que encontráramos sería bien sólido, bien líquido, bien gas. Del plasma, ni hablar, así que nada de mirar al Sol. Más adelante, eso sí, otro profesor sí nos explicó la existencia de estados como el plasma y los superfluidos.
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