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Supongamos que los controladores aéreos no devoran gatitos

2010-08-07

Todo apunta a que los controladores aéreos se han convertido en los trabajadores más divertidos de odiar. Al Estado le conviene desprestigiar a quienes entran en conflicto con él, los medios de comunicación obtienen pingües beneficios al vender odio y la turba necesita cabezas de turco. Los controladores aéreos están sometidos a una indudable campaña de acoso; que ésta sea justificada o no es otra cuestión completamente distinta (pero aquí creemos que no hay justificación para lo que está pasando). ¿Nos atreveremos a preguntarnos si los controladores aéreos son realmente tan malísimos como muchos quieren que creamos?

Los controladores aéreos han ido mejorando su situación con el paso de los años mediante el típico juego de tira y afloja con la empresa, AENA. A principios de este año, las negociaciones se fueron a pique al ser completamente incompatibles las posturas de las dos partes. Como respuesta, el Estado impuso sus condiciones de forma unilateral mediante un Real Decreto. Esta medida invalidaba el convenio colectivo entonces vigente (el fin de su tiempo de vigencia estaba prorrogado hasta que se alcanzara un nuevo acuerdo) con una de las herramientas legislativas más antidemocráticas y peligrosas que hay. La indignación por parte de los controladores no se hizo esperar. Analicemos los cambios:

Antes del decreto
Los controladores aéreos trabajaban 1200 anuales horas más un número indeterminado de horas extraordinarias que podía llegar a las 600. En total, un controlador aéreo podía trabajar 1800 horas anuales, pero podía trabajar, en principio, sus 1200 horas de rigor y tener la satisfacción del deber cumplido.
Después del decreto
La jornada anual quedó fijada en algo menos de las 1800 horas anuales máximas de antes, pero éstas pasaron a ser ordinarias en su inmensa mayoría.
Antes del decreto
Las horas extraordinarias estaban muy bien pagadas. El salario percibido por los controladores aéreos se disparaba.
Después del decreto
Como la jornada anual pasó a ser completamente formada por horas ordinarias, el salario descendió espectacularmente.

Aquí tenemos dos cuestiones importantes: la de la carga de trabajo y la del salario.

Que un controlador aéreo trabaje 1800 horas anuales, sean o no muchas de ellas horas extraordinarias, es algo que se comprueba que es viable pero indeseable: sin una retribución elevada, los trabajadores no la soportan. Parece escandaloso, pero es comprensible: los trabajadores valoraban el indudable desgaste que suponía el elevado número de horas trabajadas en una cuantía compensada por el sueldo que recibían por las horas extraordinarias, mientras que lo que perciben ahora no compensa. Hay que tener cuidado: este desgaste puede ser compensado en lo personal con un salario elevado, pero la fatiga y el deterioro de la seguridad aérea siguen ahí. Si la falta de descanso tiene efectos perniciosos en la seguridad aérea, entonces lo más acertado que puede hacer AENA es reducir la carga de trabajo (¿quizá volver a las 1200 horas ordinarias anuales?), suprimir por completo las horas extraordinarias y formar adecuadamente y contratar nuevo personal. Relacionado con esto, los controladores aéreos tienen problemas con los nuevos centros de formación: los tachan de caros y poco capaces.

Lo del sueldo es algo muy espinoso porque la envidia es un deporte más practicado que el fútbol. Hay que indicar que los salarios por hora ordinaria trabajada de los controladores aéreos europeos tienen órdenes de magnitud muy similares. Estos salarios han sido aceptados por quienes los fijan hasta este año. El salario de un controlador aéreo español sale de las tasas aéreas (quizá unos dos o tres euros de la barbaridad que cuesta un billete de avión). El trabajo de un controlador aéreo consiste en asegurarse activamente y sin pausa de que cientos de personas no mueran horriblemente y permite que el sector turístico siga en marcha, así que habría que estudiar con detenimiento si es realmente demasiado elevado. Permítaseme un comentario ácido: decía Fomento que los sueldos de los controladores aéreos suponían una de las causas del déficit anual de 300 millones de euros que genera la navegación aérea, pero eso no explica ni de lejos la duplicación de la deuda de AENA en los últimos cinco años hasta los casi doce mil millones de euros que tenía a principios de 2010.

Además de esto, los controladores aéreos se quejan de la imposibilidad de conciliar el trabajo con la vida personal. Un problema importante está en la necesidad de estar disponible en cualquier momento. Esta situación es compartida con muchísimos trabajadores, pero eso no hace que se trate de algo bueno. Debemos aceptar que en España hay un grave problema de conciliación de la vida laboral con la vida personal.

Los medios de comunicación han saturado al público con la visión de sólo una de las partes del conflicto. Es importante añadir otro punto de vista. Aquí tenemos algo de lectura interesante. Huelga decir que habría que hacerle frente con el mismo espíritu crítico con el que se recibe la información «oficial».


Categorías: Actualidad, Aeroespacio, Derechos

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