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Sobre los recientes incidentes del Boeing 787 y las baterías Li-ion

2013-01-18

Con el 787 Dreamliner, Boeing hizo una apuesta tecnológica valiente hasta parecer temeraria. Una característica diferenciadora de este avión reside en el amplio empleo de sistemas eléctricos en sustitución de sistemas neumáticos que habitualmente funcionan mediante aire sangrado de la planta motriz. Este diseño «más eléctrico» tiene buen potencial por motivos de ahorro y seguridad, pero la potencia neumática que venía normalmente del motor ahora es potencia eléctrica. La potencia eléctrica exige la instalación de baterías como sistema de almacenamiento energético y —generalmente— esta exigencia crece con la potencia del sistema. Entre esto y el gran interés por ahorrar peso (reducir el peso de los sistemas permite llevar más peso de carga de pago o combustible o bien reducir el consumo), se entiende la elección por parte de Boing de la tecnología Li-ion para los acumuladores en vez de otras más asentadas como la Ni-Cd. Ahora bien, si la industria aeronáutica se mueve pasito a pasito es por algo, así que la brillante idea de apostar por las baterías Li-ion a lo mejor no alumbra tanto como gustaría.

Problemas de la tecnología Li-ion

Parece que obtener altas prestaciones tiene a menudo precios altos. Las aleaciones ligeras son de lo más «racista» que hay y los laminados de materiales compuestos avanzados son como el hojaldre cuando les impacta una herramienta que se cae por accidente del bolsillo de un técnico. De igual manera, las baterías con alta densidad energética pueden tener una química muy temperamental, con tendencias hacia inestabilidades peligrosas. Tal es el caso de las baterías Li-ion, tristemente famosas por su tendencia a sobrecalentarse y arder violentamente en determinadas circunstancias. Las sobrecargas son algo a evitar a toda costa, así como las temperaturas extremas. Las descargas profundas tampoco son bienvenidas; entre otros problemas, pueden reducir la vida operativa de un modo muy indeseable.

Malos sueños para Boeing

Tras varios incidentes que incluyen baterías hechas carbonilla y en un movimiento que no sucedía desde tiempos del DC-10, la FAA bloqueó las operaciones de los 787 este miércoles 16 de enero de 2013. Otros organismos como EASA y el Ministerio de Transportes de Japón hicieron lo mismo. El asunto es serio: todos los aviones entregados hasta ahora se encuentran bloqueados en tierra.

Certificación

¿No era el proceso de certificación de un nuevo avión algo muy exigente y que prácticamente eliminaba cualquier posible problema de seguridad? Pues sí, se supone que sí. Las características del Dreamliner llevaron a la emisión de unas condiciones especiales, pero estas condiciones están pensadas para evitar problemas derivados del uso de baterías Li-ion. Si nos encontramos con acumuladores que se sobrecalientan y arden, esto significa que algo ha ido muy mal.

Motivos para el optimismo… del público

Aunque los incidentes llaman a la precaución, hay que recordar que en ningún momento éstos causaron pérdidas humanas. Los resultados de la investigación de los incidentes servirán para mejorar la seguridad futura del transporte aéreo al igual que lo han hecho los de los incidentes experimentados por aeroplanos anteriores. Hay que recordar que los incidentes no son algo inverosímil en un avión nuevo, pero tras las sorpresas iniciales, esperan muchos años de operaciones seguras. Salvo la cuestión de las baterías, todos los problemas han sido menores y es de esperar una solución rápida. Es evidente que a Boeing le conviene la rapidez; lo que saldrá de todo esto, eso sí, será lo mejor para los usuarios.


Categorías: Actualidad, Aeroespacio

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