…esto no es un subtítulo…
2018-06-14
Hasta hace poco tiempo, Microsoft había mantenido una gran hostilidad hacia el software libre y el software de código abierto (que son más o menos lo mismo en la práctica, pero no así en el fondo). Es por esto que no resulta de extrañar que el aparente giro hacia una actitud más amistosa despierte mucha incredulidad. La última gran noticia sorprendente es el anuncio de la compra de Github.
Github es un popularísimo sitio que ofrece servicios relacionados con el desarrollo de programas informáticos, tales como el almacenamiento de código fuente y la gestión de incidencias. Ocupa más o menos el lugar que hace unos quince años ocupaba Sourceforge. Github centraliza el trabajo con la herramienta de control de versiones Git, cuya gracia está en la operación distribuida. Sí.
Es bueno para unas personas y malo para otras. Para Microsoft es una operación potencialmente beneficiosa si logra que Github produzca dinero de alguna manera, bien directamente (lo que sería una novedad), bien indirectamente. Son las maneras indirectas de producir dinero las que asustan. Todavía está por ver lo que sucederá con los usuarios de Github. No está de más que se mantengan atentos, pues décadas de malas prácticas no se olvidan con un lustro de sonrisas.
Se dice que nadie está atado a Github. Si mañana nos encontramos con que Microsoft abandona la política de cara amable de Satya Nadella y vuelve al matonismo de la era de Gates o Ballmer, puede haber una migración masiva de proyectos a otra plataforma. Pues bien, Sourceforge todavía existe, lo que indica que a lo mejor la gente es lenta de reflejos o directamente no siempre tiene ganas de mudarse a pastos más verdes a la primera oportunidad. Ha habido cierta migración a la competencia, pero nada para hacer temblar la tierra.
Como en tantos otros frentes, parece que el público ha elegido una solución centralizada (todo el código en Github). No parece muy probable una migración masiva a una solución distribuida de la noche a la mañana. Pues bien, en la monocultura y en la concentración siempre hay riesgo. Github se había convertido en un gigante y tenía algún margen para portarse mal (al menos, mientras durase la financiación). Por otra parte, Microsoft es un gigante para los gigantes y ha demostrado que su margen es descomunal.
Quizá es muy fantasioso imaginar a Satya Nadella presionando el botón de eliminar el software libre del mundo mientras se retira la máscara y muestra que había sido Steve Ballmer disfrazado durante todo este tiempo. Lo que no parece tan fantástico, incluso si no es algo seguro en absoluto, es la adición progresiva de características compatibles exclusivamente con otros productos de pago de Microsoft hasta que, sin que nadie se percate, sea inviable colaborar con otros desarrolladores sin pagar por dichos productos. En el futuro, si Microsoft acumula veinte años de operaciones intachablemente éticas, dejaremos de preocuparnos por estos escenarios que hasta hace poco tiempo eran la norma.
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