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El fraude de los imanes humanos

2021-05-28

La charlatanería casi no conoce límites y una de sus expresiones más bochornosas es la de los imanes humanos: personas que, supuestamente, pueden mantener objetos metálicos pegados a la piel mediante algún misterioso superpoder ferromagnético. Recientemente, para más inri, están creciendo como setas los supuestos imanes humanos creados como consecuencia de alguna vacuna contra la COVID-19.

Lo propio es no hacer caso de una bobada mil veces desmentida y es recomendable no discutir con un idiota por eso de que existe el riesgo de que un observador externo no sepa quién es el idiota, pero esto ya es un escándalo y cuentan que hasta alguna diputada de la Asamblea de Madrid está difundiendo estas cosas porque ya no se sabe si vivimos en una especie de comedia de mal gusto. Si descartamos los montajes elaborados con imanes ocultos o el uso de adhesivos, ¿qué podemos decir sobre los supuestos imanes humanos? ¡Veamos!

Da la impresión de que la higiene es enemiga de los poderes de los supuestos imanes humanos. Una piel limpia y seca no atrae correctamente los objetos también limpios y secos; James Randi desactivaba los poderes de los charlatanes con algo de polvo de talco para secar la piel. ¿No será, quizá, que los imanes humanos no son tanto imanes como gente con la piel grasienta o sudorosa?

La supuesta atracción magnética de los imanes humanos no tiene pies ni cabeza y es posible ver gente que, siempre supuestamente, atrae sin distinción alguna fuertes imanes permanentes de neodimio de varios centímetros de diámetro, débiles imanes permanentes planos para frigoríficos, cubiertos de acero inoxidable y llaves de aluminio.

¡A lo mejor el supuesto imán humano tiene la piel grasienta o sudorosa!

En cuanto al efecto de las vacunas, si vienen con alguna sustancia capaz de magnetizar el cuerpo humano hasta el punto de hacer que sostenga cucharas pegadas a la piel, el planteamiento es tan obscenamente inverosímil que es difícil empezar. Haría falta una sustancia revolucionaria desconocida hasta hoy que podría tener maravillosas aplicaciones médicas. Un microchip, por cierto, es un artefacto que necesita circuitería adicional y una fuente de energía para funcionar, no cabe en el interior de la aguja con la que se inyecta la vacuna, no puede generar campos magnéticos intensos y esto es tan ridículo que no puedo seguir. Dejémoslo en que las personas vacunadas que, de buena fe, realmente creen haber adquirido superpoderes magnéticos, pueden probar a limpiar y secar concienzudamente la región afectada, aunque con ello es muy probable que pierdan sus asombrosas capacidades atractivas.

No es que los seres humanos carezcan de propiedades magnéticas; si fuera así, las imágenes médicas de resonancia magnética serían imposibles. Sucede, eso sí, que, debido a la abundancia de agua, que es diamagnética, el cuerpo humano es, en régimen estacionario, levemente diamagnético, así que, en presencia de un campo magnético externo, se ve muy débilmente repelido por él. Sobre el papel, podríamos hacer levitar a un ser humano si aplicáramos un campo magnético muy intenso; en la práctica, debido a los espectacularmente intensos campos magnéticos requeridos, los experimentos de levitación diamagnética de animales se limitan a criaturas pequeñas y ligeras como ranas y ratones.


Categorías: Física

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