Ese caminar uniforme
2009-07-14
Es un hecho comprobado que casi todo el mundo se desplaza a pie con la misma rapidez (¡lentitud!), siendo imperceptibles los efectos de la edad y la forma física. Un niño pequeño y un hombre maduro pueden seguir cómodamente a un grupo de jóvenes. Esto resulta llamativo si se considera la tendencia a correr de muchas de estas personas cuando conducen un automóvil.
Densidad de probabilidad de la rapidez al andar... ¡probablemente!
Como en casi todo, hay excepciones. Están quienes se alejan de la moda por obligación: gente con lesiones y otros problemas de salud que han de caminar muy despacio y gente con mucha prisa que ha de correr para defender sus intereses. También están quienes simplemente no se sienten cómodos con el lento caminar de la masa y deciden terminar de detenerse para contemplar el paisaje o marchar deprisa, tan rápido como las piernas permiten sin llegar a salir corriendo o incluso trotar, correr, volar cuando no hay riesgo de molestar a los demás viandantes. Es motivo de orgullo contarse entre los pocos que pertenecen a este último grupo.
¿Tienes piernas para andar? Entonces, incauto lector, si he de darte un consejo hoy, te digo que salgas a la calle, respires hondo y camines enérgicamente.
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