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Manifestación contra la represión policial en Madrid el 19 de agosto de 2011

2011-08-20

Cartel.
Cartel contra la brutalidad policial. Dice así: No more police brutality (es decir, no más brutalidad policial en inglés).

El 19 de agosto de 2011 hubo en Madrid una manifestación contra la represión policial de los días anteriores, represión emprendida contra manifestantes de la marcha laica del 17 de agosto y periodistas que cubrían el evento. La marcha fue algo improvisada y tenía cierto componente centrado contra la ocupación religiosa de Madrid.

Cartel.
Cartel de solidaridad. Dice así: Nos tocan a uno, nos tocan a todos.

La manifestación estaba convocada para partir desde Atocha a las 20:00 CEST. Salí desde Sol poco tiempo después de esa hora para dirigirme hacia la marcha. Me encontré con furgones y policías a pie que subían por la Calle Atocha.

Fila de policías en Antón Martín.
Fila de policías en Antón Martín.

Me encontré con la manifestación a la altura del noventa y tantos o quizá el ciento y pico de la Calle Atocha. La calzada y la acera estaban ocupadas de lado a lado y había manifestantes próximos unos a otros a lo largo de unos 50 m, de lo que se deduce que habría algunos cientos de asistentes.

Manifestantes.
Manifestantes en la Calle Atocha.

Cartel.
Cartel que pide la dimisión de la delegada del gobierno con motivo de las actuaciones policiales. Dice así: Dimisión, Dolores Carrión.

Cartel.
Cartel. Dice así: Basta ya de [h]ostias. Pretende ser un juego de palabras con «hostia» como oblea de pan ácimo consumida por los adeptos del culto que ocupa Madrid esta semana y «hostia» como golpe (propinado por un policía, se entiende). Nótese que «ostia», sin hache, significa 'ostra'.

Cartel.
Cartel. Dice así: ¿Realmente vivimos en democracia?.

Cartel.
Cartel. Dice así: La violencia es el recurso de los débiles mentales.

A la altura de Luis Vélez de Guevara, era evidente que la marcha iba a quedar encerrada por policías antidisturbios por delante y por detrás si avanzábamos más por la Calle Atocha, así que nos desviamos por Luis Vélez de Guevara. Siguió un rato de callejeo aparentemente libre. Algunos vecinos saludaban y aplaudían desde los balcones.

Al pasar cerca de grupos de turistas religiosos, surgían los gritos como ¡esa mochila la he pagado yo!. Estos gritos pueden ser de muy mal efecto y parece que sólo sirven para polarizar la opinión pública. Muchos turistas religiosos no tienen la más remota idea de los motivos por los que existe un sector de la población que se manifiesta en contra de la ocupación de Madrid por su culto. Ahora bien, ante la insistencia en que las agresiones verbales de algunos de los manifestantes eran por motivos religiosos, debo decir que jamás oí críticas a las creencias, sino más bien a la jerarquía eclesiástica y al Vaticano y a los escandalosos crímenes en los que se ha visto implicada la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, así como al favoritismo económico del que han disfrutado los turistas religiosos (quienes, de todas formas, no participaron en la decisión política de recibir estos privilegios a costa de realizar recortes en los servicios públicos).

Emboscada frente al Palacio Real

Llegamos a Bailén. A mano izquierda, antidisturbios. A mano derecha, a cierta distancia, turistas religiosos y el Palacio Real. Seguimos en este último sentido. Al llegar a la altura del Palacio Real, los antidisturbios cargan y nos dirigen hacia los jardines, donde forman un cordón que deja un pasillo con ellos a la izquierda y la vegetación a la derecha. Esto sucede a las 20:43 CEST, aproximadamente. De pronto, se apagan las luces. Sube la tensión. Parece una maniobra estúpida, eso de dejarnos a oscuras. ¿Se trata de una trampa para provocar disturbios? Guardamos las distancias y, cuando se ve que no estalla la violencia, vuelven a encender el alumbrado.

Fila de policías en la Plaza de Oriente.
Fila de policías en la Plaza de Oriente. La iluminación del fondo está encendida, así que los turistas religiosos de ese lado pueden seguir haciendo su vida normal.

Enfrentamientos verbales entre manifestantes y turistas religiosos y parcialidad aparente en las actuaciones policiales

Nos reagrupamos, aunque parece que queda menos gente. Seguimos marchando por la zona y rodeamos más la Plaza Mayor que la Puerta del Sol. Al pasar frente a la puerta de la cervecería que hay en la interesección de la Calle de las Postas y San Cristóbal, los más gamberros de los turistas religiosos y los más gamberros de los manifestantes intercambian gritos. Los manifestantes pacíficos, al grito de no a la violencia y otras consignas, tratan de abortar el conflicto, pero no hay éxito. Llega una larga fila de policías que se encarga de echar a los manifestantes, mientras que los exaltados entre los turistas religiosos se quedan allí, protegidos y aplaudiendo.

En otros conflictos que vi y que me relataron, la respuesta policial fue similar. Se evita que la pelea vaya a mayores, pero siempre a base de echar a los manifestantes y dejar estar a los turistas religiosos. Con la ciudad invadida por grupos grandes que arman escándalo, bloquean la vía pública, pisotean las zonas verdes y lo dejan todo lleno de basura, la policía se lanza de forma selectiva contra los manifestantes, menos ruidosos y más limpios que los grandes grupos de turistas religiosos. En cuanto podían, los antidisturbios se acercaban a los manifestantes, pero los turistas religiosos podían moverse en grupos más grandes, gritando más alto y arrojando basuras. Una que no vi en primera persona, pero que me relataron: En un momento dado, una mujer adepta del culto que ocupa la ciudad se lanza en contra de los manifestantes. Cuando llega la policía, a pesar de que todos los testigos señalan a la mujer exaltada, ésta no es identificada y los manifestantes son expulsados del lugar. En otro momento, un manifestante y su acompañante son retenidos y sus pertenencias examinadas minuciosamente por llevar una bandera multiculor del orgullo, algo inapropiado dadas las circunstancias, mientras que justo al lado hay un adepto con una bandera de la dictadura franquista a quien se le deja estar tranquilamente.

División en la Plaza de Santa Cruz

Al llegar a la Plaza de Santa Cruz, un grupo grande se separó del resto y bajó por Esparteros hacia Sol, a pesar de las advertencias de que ese camino sería, probablemente, una ratonera. Una hilera de policías siguió a este grupo. Después, casi todos los manifestantes que quedaban se metieron por la misma calle. Finalmente, varios furgones los siguieron. Desde la desembocadura de Esparteros con la Calle Mayor, cuesta arriba hacia la Plaza de Santa Cruz, tenemos antidisturbios que esperan, manifestantes que bajan, antidisturbios que los siguen, manifestantes que siguen a los antidisturbios y furgones que siguen al último grupo de manifestantes. A saber qué extraño fenómeno meteorológico de lluvia de golpes pudo desencadenarse en tan estrecha calle. Como los antidisturbios que actuaban de barrera semipermeable en el acceso a Sol no estaban exactamente en la salida de Esparteros, sino a unos metros de distancia, puede que la situación se resolviera sin muchos problemas.

Asambleas relámpago

Las horas siguientes transcurrieron con pequeñas reuniones en varias plazas y la búsqueda de gente de la marcha que estaba desperdigada.

Como no todo iba a ser enfrentamiento, hubo una asamblea a la que también asistieron turistas religiosos.


Categorías: Actualidad, Derechos, Madrid

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