…esto no es un subtítulo…
2013-11-15
La aviación comercial está repleta de pequeñas normas cuyos motivos a menudo intrigan a los viajeros. Una de estas normas es la prohibición del uso de artilugios electrónicos, bien durante momentos delicados como el despegue y el aterrizaje, bien durante todo el viaje. El motivo es uno de seguridad: las emisiones electromagnéticas de muchos dispositivos pueden interferir con la aviónica hasta el punto de provocar que funcione mal y se ponga en peligro la seguridad de la aeronave, su carga de pago, su tripulación y su entorno. Las maniobras de despegue y aterrizaje son naturalmente las más delicadas, especialmente en aproximaciones instrumentales en condiciones de baja visibilidad. Ante la nebulosa amenaza de un accidente fácilmente evitable, las autoridades y las compañías aéreas se muestran conservadoras, cautas. Es evidente que el que haya un teléfono encendido durante el aterrizaje de un avión no significa la muerte segura, pues son numerosos los casos en los que tal cosa sucede y no pasa nada malo, pero hay que considerar si no hay un solo teléfono encendido sino del orden del centenar de ellos. El riesgo, por cierto, podría afectar no solamente a la salud humana: un profesor me habló una vez de un caso en el que el sistema de supresión de incendios de la bodega de carga de un avión se disparó debido a interferencias radioeléctricas; esta anécdota, no obstante, nunca llegué a confirmarla.
Los gigantes de pies de plomo pueden caminar despacio, pero caminan. Hasta hace poco tiempo, el uso de dispositivos electrónicos personales estaba generalmente prohibido durante las delicadas fases de taxi, despegue y aterrizaje. Justo al terminar octubre, la FAA (la autoridad estadounidense) permitió el uso durante todas las fases del vuelo de pequeños dispositivos electrónicos personales como lectores de libros electrónicos y videoconsolas portátiles. Los teléfonos móviles están autorizados si tienen la radio de telefonía celular apagada y se permite el uso de comunicaciones Wi-Fi y Bluetooth, de modo que no todas las radiotransmisiones son consideradas como igual de peligrosas. En el lado europeo, EASA va a hacer algo similar al terminar el mes de noviembre. Los dispositivos especialmente voluminosos todavía tendrán que permanecer guardados durante las fases de taxi, despegue y aterrizaje, puesto que representan un peligro no ya por interferencia electromagnética con la aviónica, sino porque pueden convertirse en peligrosos proyectiles al salir disparados de las manos de sus portadores si la aeronave cambia su velocidad bruscamente.
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