…esto no es un subtítulo…
2018-09-30
Se sabe que nuestro lenguaje (tanto escrito como hablado) es algo redundante, pero que dicha redundancia hace que podamos entendernos incluso en presencia de ruido. Suele considerarse buena costumbre escribir y pronunciar palabras completas, pero esta consideración desaparece ante la presencia de siglas, que son una forma de fulminar la redundancia y pasarse hasta llegar a la ambigüedad.
Opino que a menudo se abusa de las siglas y otras abreviaturas. En mi profesión, además de tener que lidiar con los problemas rutinarios que todo el mundo puede esperar en el sector del espacio (ya se sabe: enfrentarnos a invasiones alienígenas y preservar la integridad del continuo espacio-temporal), hay una amenaza sutil y poco conocida: todo hijo de vecino tiene su propia sigla y cualquier conversación se convierte en un galimatías, en una sucesión de letras sin orden aparente. Me consta que esto también sucede en otros gremios.
Quizá por una combinación de fatiga y falta de empatía hacia el interlocutor o el lector, se busca la economía hasta el punto de reducir incluso oraciones completas a un conjunto de iniciales. La documentación casi se convierte en texto de solo escritura: el redactor se ahorra tiempo y pulsaciones de teclado, pero el lector se encuentra con el obstáculo congnitivo de tener que andar descifrando y recordando el significado de siglas y más siglas.
Hay un detalle llamativo relacionado con el empleo de siglas en mi profesión: en las comunicaciones por voz, a pesar de que contamos con un alfabeto fonético que introduce un alto grado de redundancia para mejorar la inteligibilidad, cantamos las siglas rápidamente y sin usar dicho alfabeto fonético. A lo largo de los años, he presenciado en muchísimas ocasiones equívocos provocados por el uso de acrónimos y otras siglas sin ayuda del alfabeto fonético, que no empleamos para estas cosas por un convenio que se justifica en la rapidez de la comunicación (rapidez que desaparece a la primera confusión). A menudo, estas siglas pueden ser reemplazadas por palabras completas que no son significativamente más largas (y a veces son más cortas, pero comprensibles y carentes de ambigüedad), pero no hay esperanza de hablar como personas con buena educación, ya que todas estas siglas forman parte de un convenio (de un acuerdo entre hablantes) y saltarse tal convenio (a fin de cuentas, inventarse el lenguaje) podría ser todavía más dañino para la comunicación que usar siglas de difícil distinción.
Quizá estaría bien prescindir de las siglas siempre que fuera posible.
Categorías: Lingüística
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