…esto no es un subtítulo…
2021-09-30
Muchos botas «buenas» de patinaje artístico están pensadas para ir ajustadas al pie. Presentan en su interior un acolchado grueso y denso que naturalmente ejerce una presión incómoda cuando la bota está nueva. Este acolchado no permanece siempre de esta manera, sino que acaba adaptándose a la forma del pie y el tobillo y deja de causar molestias si todo va bien.
Durante el proceso de doma a la vieja usanza, que consiste en usar los patines sin más, el moldeado puede prolongarse durante muchas dolorosas horas.
Hay alternativas que implican menos sufrimiento. Muchos fabricantes usan materiales que anuncian como termomoldeables: el acolchado puede deformarse permanentemente tras aplicarle calor. El procedimiento que algunos fabricantes recomiendan (o recomendaban antes de que sus catálogos se convirtieran en un ejercicio de minimalismo extremo) consiste en mantener la bota en una atmósfera caliente durante unos minutos y luego introducir el pie. Los detalles técnicos (se usa un horno o un secador de pelo, la temperatura máxima es de 70 ℃ o de 80 ℃, el tiempo de calentamiento es de 10 minutos o de 15 minutos…) dependen del fabricante, pero la idea es siempre la misma: una vez el material se ha calentado durante un tiempo, puede deformarse plásticamente y adaptarse a la forma del pie y el tobillo. Puede decirse que la bota saca un molde del pie. El proceso es muy eficaz, pero no milagroso: es posible que haya que repetirlo unas pocas veces hasta alcanzar la forma deseada o incluso que sean necesarios ajustes adicionales de la forma general de la bota (con herramientas para aplicar fuerza concentrada y de nuevo tras aplicar calor) para acomodar prominencias especialmente grandes.
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