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Veinticinco aniversario del desastre del Challenger

2011-01-28

El 28 de enero de 1986 a las 16:39 UTC, tras ascender durante unos escasos 73 segundos, el transbordador espacial Challenger falló catastróficamente. La cabina de la tripulación se separó del resto del vehículo y realizó un vuelo balístico que acabó con un impacto en el océano. Ninguno de sus siete tripulantes sobrevivió al accidente.

La comisión de investigación del accidente (la comisión Rogers) determinó que el accidente fue desencadenado por un fallo de una junta tórica en el propulsor de combustible sólido de estribor. Esto produjo una fuga de gases calientes que dañó la unión entre el propulsor y el tanque de combustible externo. Las fuerzas aerodinámicas sobre la estructura deformada hicieron el resto del trabajo y provocaron que el vehículo se hiciera añicos. La creencia popular dice que hubo una explosión, pero no fue así: la nube que envolvió los restos del transbordador consistía en el combustible y el comburente escapados que, en todo caso, ardió en frentes localizados en una deflagración en toda regla.

Hay evidencias de actividad por parte de los tripulantes tras los fallos estructurales iniciales, así que probablente varios de ellos mantuvieron la consciencia al menos durante varios segundos. Esto no sirvió de mucho, ya que no había medidas de escape. El impacto contra el agua, de unos 2 km ⁄ s2, no dejó oportunidad alguna para la supervivencia.

El desastre del Challenger supuso, además de la tremenda tragedia humana, un importante golpe al programa del transbordador espacial y una llamada de atención sobre el proceso de toma de decisiones que llevó al accidente y que se caracterizó por la tolerancia deliberada de diseños poco fiables. Según explicó Richard P. Feynman en el contundente apéndice F de la comisión Rogers (en inglés), las estimaciones de fiabilidad que daba la gerencia eran varios órdenes de magnitud más optimistas que las que daban los ingenieros. Hubo que aprender de una manera lamentable que tal actitud temeraria no tiene cabida cuando hay vidas en juego. En palabras de Feynman: For a successful technology, reality must take precedence over public relations, for nature cannot be fooled (para que una tecnología sea exitosa, la realidad ha de tener prioridad sobre las relaciones públicas, pues no se puede engañar a la naturaleza).


Categorías: Aeroespacio, Historia

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