…esto no es un subtítulo…
2019-02-25
En el trabajo he tenido que comprender y corregir programas informáticos desarrollados por otras personas con la mejor intención del mundo, pero escritos sin pensar en la necesidad de que alguien distinto al autor original tenga que hacer labores de mantenimiento. Un problema frecuente está en la nomenclatura: como es bien sabido que suele llevar menos tiempo pulsar una tecla que pulsar dos teclas, los identificadores (nombres de variables, funciones…) son a menudo crípticos a más no poder y no dan pista alguna sobre a qué se refieren. Esto puede ahorrarle tiempo a un desarrollador que trabaja solo en un proyecto cuyos detalles conoce al dedillo, pero no hace más que ofuscar el significado del código ante la mirada del resto del mundo. ¿Realmente salimos ganando si convertimos el código fuente de un programa en una sopa de siglas que nadie conoce, una colección de pequeños galimatías o, directamente, letras sueltas? En vez de esto, es recomendable usar nombres descriptivos aunque sean largos y lentos de escribir. A fin de cuentas, aunque un identificador muy largo puede ser irritante, si al menos basta leerlo para saber qué significa, tiene una utilidad de la que carece un identificador cortísimo de una sola letra cuyo significado es imposible de discernir sin leer el resto del programa. Con nombres bien elegidos y otras buenas prácticas como la separación de conceptos, es posible comprender lo que hace un programa informático sin tener que ejecutarlo mentalmente paso a paso. Se escribe una vez, pero se lee muchas y, a menudo, sin familiaridad previa. Por consideración con las demás personas que han de leer el código fuente de un programa, abandonemos la práctica de escribir como si nos sacaran un litro de sangre por cada tecla pulsada, como si nuestro tiempo al escribir fuera muchísimo más valioso que el de quienes vendrán después a leer.
Categorías: Civismo, Informática
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